lunes, 27 de septiembre de 2010

La decisión es tuya

A un  día de la primera Huelga General que se realizará en las últimas dos legislaturas, la quinta desde el comienzo de la democracia, muchos ciudadanos, y sobre todo, muchos trabajadores no tienen claro si apoyar esta o no. Yo todavía tampoco.

La Huelga General convocada por la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC.OO.), los principales sindicatos españoles, posee como lema “Así, no”, una huelga convocada primeramente contra la Reforma Laboral aprobada por el Gobierno, pero que posee otras lecturas si profundizamos en varios de sus elementos.

La Reforma Laboral aprobada poseía varios puntos clave:
-    Contratos indefinidos con indemnización por despido improcedente de 33 días de salario por año trabajado como único modelo de contrato laboral indefinido, eliminando el contrato indefinido de 45 días de salario por año trabajado.
-    Una empresa puede despedir a un trabajador de forma “procedente” por motivos económicos, siempre y cuando alegue pérdidas o “disminución persistente (que no se aclara bien cuanto tiempo es) de su nivel de ingresos”.
-    Aumento de la flexibilidad interna en la empresa a través de la facilitación de reducción de jornadas, conllevando la reducción del salario del trabajador, que compensa esa pérdida salarial con parte de la prestación por desempleo. Se facilita además el descuelgue salarial por parte de las empresas.
-    Se da entrada a las Empresas de Trabajo Temporal (ETT), entidades privadas, en numeroso ámbitos, con la función de organizar, asesorar y colocar a los desempleados.

Aquí no entraremos en discusión sobre si esta Reforma Laboral es acertada o no, ese debate quizá ya pasó o incluso retorne con el tiempo. Ese es el motivo que los principales sindicatos, CC.OO. y UGT alegan para llevar a cabo esta huelga. Sin embargo esta Huelga General, se ha convertido en mucho más. Se ha convertido en un tira y afloja entre el Gobierno, los principales sindicatos, la oposición y los ciudadanos. Cuatro actores con distintos objetivos, con distintas motivaciones. La Huelga General no solo posee un frente de ataque hacia el Gobierno, sino que puede ser un arma de doble filo para los sindicatos, así como una herramienta más de desgaste hacia el Gobierno por parte de la oposición.



- Zapatero y la cohesión social:
Uno de las bondades que el Presidente ha pregonado durante sus dos legislaturas, y que por eso hasta entonces no se había llegado a una situación de Huelga General, ha sido la “cohesión y paz social”. Un diálogo constante tanto con sindicatos como con la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), patronal, que ha marcado los pasos previos a la toma de decisiones relevantes en materia laboral, aunque en la decisión final el Gobierno no hiciese mucho caso a ninguna de las dos organizaciones en lo que a medidas se refiere.
Para el Gobierno, sobre todo para Zapatero y su “cohesión social”, esta huelga significa en primera instancia un fracaso de su política de cohesión, pero sobre todo un fracaso de su política económica, ya que los datos macroeconómicos no son nada halagüeños. Sin embargo el mazazo que reciba el ejecutivo dependerá en gran medida no tanto de la gente que no acudirá a trabajar, ya que los servicios mínimos están garantizados por Ley o en su defecto, Decreto Ley, sino por el apoyo ciudadano que la huelga perciba. De la cantidad de no solo trabajadores, sino de ciudadanos de todas las edades que acudan a las manifestaciones.
De ahí que esta huelga los sindicatos no solo hayan querido implicar a trabajadores, sino a los jubilados, a las amas de casa, a los estudiantes. Un seguimiento masivo de la huelga a pie de calle confirmaría, más aún, el descrédito y la impopularidad que ha cosechado el Gobierno por la gestión de la Crisis Económica.


- Los Sindicatos y su legitimidad como actores sociales:
Es bien sabido que el boom de las “descontrataciones”, como ahora se llama a los despidos, curioso esto de la perversión del lenguaje, se produce entre enero del 2008 y los primeros cuatro meses de 2009, destruyéndose más de un millón de empleos y llegando a superar los 3.500.000 desempleados registrados por el INEM (sin contar los que se encontraban haciendo cursos, que recordemos, no se contabilizan como parados). Es ciertamente, como definirlo, inquietante que durante un período en el que se han destruido más de un millón de empleos y la sangría de trabajadores parece no tener fin, los sindicatos que decían representarlos y defenderlos no se movilizan con cierta repercusión hasta Diciembre de 2009, cuando ya quedaba poco para alcanzar los 4.000.000 de parados, bajo el lema “Que no se aprovechen de la crisis, el trabajo lo primero, por el diálogo social”. Una manifestación que los sindicatos preveían multitudinaria pero que rozó unas cuotas de participación mucho menores de las esperadas. Esta manifestación ya dejó claro una fuerte disonancia entre sindicatos, trabajadores, parados y ciudadanos. Las críticas a los sindicatos llovían desde numerosos flancos. Su legitimidad como representantes de los trabajadores estaba en entredicho.
Es sin embargo en esta huelga, cuando los sindicatos juegan, no se podría decir que el todo o nada, pero si su legitimidad como actores sociales, su capacidad como futuros interlocutores con la suficiente fuerza como para influir en las decisiones que tome el gobierno, así como en la evolución del movimiento sindical español, pues claramente esta legislatura ha estado marcada por una creciente desconfianza y pérdida de imagen por parte de los sindicatos. Todo esto unido a las cuantiosas subvenciones recibidas por parte del Gobierno, que han conferido en ciertos sectores una imagen de “vendidos”, promovida sobre todo por la derecha conservadora.
Bien es sabido que si la convocatoria es un estrepitoso fracaso no habrá dimisiones a la vista, ningún español que ocupe cargo relevante y fracase en el intento lo hace, sin embargo el liderazgo de Cándido Mendez e Ignacio Fernandez Toxo quedaría en entredicho.

- La oposición y la huelga:
Ha sido claramente visible, sobre todo durante esta última legislatura la falta de ideas que posee el principal partido de la oposición en cuanto a iniciativas legislativas y reformas laborales (que no beneficien a un claro sector del binomio capital-trabajo, claro está), quizá porque parte de estas ya se estaban llevando a cabo por parte del Gobierno, espoleado por los indicadores económicos internacionales, la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es un tema interesante de reflexión, el cómo un Gobierno deja de lado su programa político para con los ciudadanos que lo eligieron (aunque indirectamente) por un programa político a favor de los organismos económicos internacionales, aunque estos, directamente no tengan nada que ver, aparentemente, con la continuidad del mandato. Sin embargo lo dejaremos para otro día.
El Partido Popular (PP) no apoya la huelga públicamente, eso dicen sus dirigentes de cara al ciudadano, esgrimiendo que “es perjudicial para el país que la recuperación económica se detenga en plena crisis”. Así por ejemplo Alicia Camacho la define como: “el principio del fin de Zapatero y Montilla” apartándose de esta y mostrando la Huelga General en todo caso, como una revuelta de la izquierda contra el Gobierno socialista y sus políticas, donde ellos no participan directamente, pero se frotan las manos porque el seguimientos sea generalizado
Cuanto mayor desgaste sufra el Gobierno de Zapatero, sobre todo si es por las bases a las que dice representar, mejor para Rajoy y los suyos. Un equipo que aún en la peor crisis económica de la historia de la democracia española, no es capaz de mostrar una imagen de alternativa clara y eficaz frente al “desgobierno” que sufre la nación.

Por otro lado Izquierda Unida (IU) se posiciona claramente a favor de esta Huelga General como organización, mientras que otros partidos tales como Convergencia i Unió (CiU) que entiende la huelga aunque no la comparte (claro ellos ayudaron a aprobar la Reforma Laboral), el Partido Nacionalista Vasco (PNV) que anda enredado en asuntos de casa entre los que destacan los tejemanejes de favores para volver a la Lehendakaritza así como con la resolución del conflicto vasco y su “Alderdi Eguna” y Unión Progreso y Democracia (UPyD) que deja al libre albedrío de sus seguidores el secundar esta huelga o no.



- Los ciudadanos y su derecho a la huelga:
Está recogido en la Constitución Española que cada ciudadano posee el derecho fundamental de huelga, siendo este tanto activo, es decir, a realizarla cuando crea conveniente, como pasivo, a trabajar cuando la huelga sea convocada. Por lo que sería importante matizar que la vulneración del derecho de huelga tanto imponiendo la realización de esta, como impidiéndolo sería un acto en contra de los derechos que emanan directamente de la Constitución de 1978, que aunque sea imperfecta, ¿Qué no lo es?, es la única que tenemos por el momento. Por eso desde aquí el respeto de los ciudadanos que deseen secundar la Huelga al derecho que tienen otros ciudadanos de no secundarla.



Los ciudadanos, ¡Hay los ciudadanos….! ¡Esa masa en que los partidos se sumergen en épocas electorales para no volver a bañarse en cuatro años! Ya he comentado anteriormente que el triunfo real de la Huelga General de mañana no se verá en la cantidad de comercios cerrados, que aunque visiblemente importante, manejable, pues cada institución dará la cifra que más le convenga, sino en el apoyo popular que las manifestaciones de las distintas provincias obtengan de los ciudadanos de toda clase. A ello se han dedicado los sindicatos durante los últimos días, a arengar a todas las clases sociales, a todas las edades para que se movilicen. Desde actores a jubilados, desde estudiantes a profesores, desde funcionarios a obreros. Todo apoyo cuenta ya que una participación y seguimiento de la Huelga escasos, debilitarían la posición de estos de forma considerable y fortalecería, o al menos desgastaría poco más, la imagen del ejecutivo.

Es aquí cuando entra en conflicto mi decisión sobre secundar o no la huelga. Tengo dos opciones a priori como ciudadano/a, el de apoyar a unos sindicatos que tanto yo como otros tantos miles de ciudadanos creemos que solo nos representan cuando representan los intereses de los trabajadores (sus trabajadores internos para ser más exactos) o no acudir a esa huelga por estar en desacuerdo con estos, pero que a vistas afuera sería un asentimiento a las políticas de un Gobierno que dícese socialista, pero que de socialista solo veo en él las siglas del partido que lo encumbró al poder. Una dicotomía claramente difícil. Apoyo a unos malos sindicatos o apoyo, no explícita pero sí tácitamente, a un Gobierno todavía peor…

Quizá deba ir a la manifestación, pero a una manifestación encabezada por ciudadanos, ciudadanos trabajadores y ciudadanos que hayan perdido su trabajo, con una pancarta que diga: “No al empleo precario, a unos sindicatos peores y al recorte de derechos por parte del peor de los Gobiernos”.
Lo meditaré con la almohada.



Firmado:

Un ciudadano asqueado como tú

No response to “La decisión es tuya”

Leave a Reply