domingo, 17 de abril de 2011

Vuelvo después de Semana Santa

Tened unas buenas vacaciones.
Os espero a la vuelta.

martes, 12 de abril de 2011

Teoría Política: Geografía Política, una introducción.


La geografía política ha sido durante mucho tiempo una materia considerada como “maldita” por numerosos autores, ya que tuvo influencias teóricas en el pensamiento nacionalsocialista (ejemplo de ello es el concepto de Lenbensraum creado por el geógrafo  Friederich Ratzel). Esto haría que el estudio de esta materia, que comenzaría a finales del siglo XIX, se estancase tras la II Guerra Mundial. No sería hasta la década de los 60 del siglo pasado cuando la Geografía Política toma un nuevo impulso.

Uno de los aspectos fundamentales de la Geografía Política, es que esta está sometida a la historia. Es por tanto tetradimensional, es una relación del espacio atravesado por el tiempo.

A esta característica se le añadiría más tarde la aportación teórica de Immanuel Wallerstein y su teoría del Sistema-Mundo como unidad de análisis.
Según Wallerstein, la característica principal de un sistema social es la división del trabajo que en ella existe, explicando que un minisistema social “es una entidad en la que existe una división del trabajo completa y un único marco cultural” pero que esto no es posible dado a que existen multitud de marcos culturales. Argumenta por tanto la existencia de un único sistema denominado Sistema-Mundo, que posee una única economía, Economía-mundo, que define como una totalidad  con una única división del trabajo y múltiples sistemas políticos y culturales. Una división internacional del trabajo que hace que existan zonas geográficas que se especializan en la producción de un bien determinado.

Wallerstein dice que ya en el siglo XVI existía un capitalismo que denomina como “agrario” y que posteriormente sería  “mercantilista” e “industrial”. Esta idea está presente también en el debate que se produce entre André Gunder Frank y Ernesto Laclau, sobre si en el siglo XVI existía ya el capitalismo o Sistema-Mundo. Laclau defendería la existencia del feudalismo, mientras que Gunder Frank defendería que el sistema productivo era capitalista asociado a otras formas organizativas distintas a las contemporáneas.

Wallerstein dice que la división internacional o sistémica del trabajo tiene lugar en diferentes regiones geográficas del mundo. Y que dentro de este Sistema-Mundo existen zonas no tanto geográficas, pero sí funcionalmente divididas en tres categorías:
-          Periferia: Se caracterizan por ser Estados débiles, con poca capacidad de maniobra política y económica en la escala internacional. Estos Estados se especializan en la producción de mano de obra y bienes que poseen un bajo nivel tecnológico (Europa Oriental y las Américas).

-          Centro o núcleo: Estados que se centran en la economía que precisa mayor especialización. Son Estados fuertes, con capacidad para imponer sus decisiones a otros Estados. Nunca un Estado ha sido capaz o ha poseído la potencia suficiente para obtener autoridad sobre el área geográfica que acompañaba al Sistema-Mundo, apareciendo el Imperio-mundo, un sistema que se encontraba unificado políticamente.

Existen varias acciones que un Estado clasificado como fuerte puede realizar:
o   Intervenir en el mercado-mundo para ayudar a productores domésticos.
o   Competir militarmente con otros Estados.
o   Realizar tareas estatales eficientemente.
o   Organizar el aparato del Estado para funcionar correctamente.
o   Establecer acuerdos estables con sujetos de la clase capitalista.
Los Estados del centro reciben materias primas de los Estados de la periferia y semiperiferia para posteriormente devolverlos a estos bienes con un valor añadido  a un precio mucho mayor.

-          Semi-periferia: Se especializa en productos industriales de alto coste.
Los Estados de la semiperiferia juegan un papel fundamental en el Sistema-Mundo y es que hacen que este sea mucho más estable su existencia, ya que deshace la polarización del Sistema-Mundo, de manera que los Estados del centro no se deben enfrentar a los semiperiféricos y periféricos juntos.  Estos Estados ocupan una posición intermedia en términos de fuerza estatal. Estos exportan bienes al centro y a la periferia, de manera que posteriormente recibirán bienes como mano de obra y con bajo nivel tecnológico desde la periferia y bienes con un alto valor añadido desde el centro.

Un claro ejemplo de este modelo lo podemos encontrar en el libreo de Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina”. En el observamos como el comercio triangular entre Inglaterra como Estado del centro, que tomaba personas de África (periferia) para venderlas como esclavos en América Latina (Semiperiferia) a cambio de materias primas que permitían la acumulación de capital a su vuelta a Inglaterra (centro), permitió la creación de la máquina de vapor y por tanto el desarrollo de la industrialización.

Otros teóricos como Arrighi, mantienen que la base de la explotación de los países de la periferia por parte de los del núcleo o centro se basa en la explotación desigual. Mientras, otros autores como Dunn o Robinson añadirán que los Estados del centro poseen una estructura ocupada por capitalistas (bloque de poder)  que apoyan esta explotación de la periferia, mientras que en esta periferia, el bloque de poder, va a estar interesado en la permanencia de unos bajos salarios para mantener una cantidad elevada de exportaciones hacia el centro. Dunn además añade que la plusvalía extraída de la periferia ha jugado un papel importante en la pacificación del centro, donde se ha producido un ajuste en las relaciones de poder creándose una armonía entre capital y trabajo.


Según Wallerstein el Sistema-Mundo se caracterizaría por una apropiación del excedente o plus-valor de toda la economía-mundo por las áreas centrales. Esta apropiación del plus-valor debe realizarse por los dueños de los medios de producción en las relaciones que establecen con los trabajadores.
Por tanto, resumiendo lo anterior, podemos decir que el Sistema-Mundo de Wallerstein se basa en:
-          Una maximización del beneficio y la búsqueda de una ventaja competitiva hacia la eficiencia.
-          La búsqueda de una continúa acumulación de capital.
-          La explotación del trabajo por los propietarios de los medios de producción.

Una vez comprendemos que existe una economía-mundo integrada en el Sistema-Mundo, donde se desarrollan todos los procesos globales, autores como Taylor y Flint proponen tres escalas diferentes para analizar esta realidad. Estas escalas proporcionan una escala geográfica vertical. Estas son:
-          Internacional o global (realidad): Se la denomina realidad ya que contiene al resto de las escalas y constituye el total del sistema o Sistema-Mundo.
-          Nacional o estatal (ideología): Es una imagen deformada de la realidad. Un filtro representado por el Estado que filtra la influencia de la realidad sobre lo local.
-          Local o de la experiencia (experiencia): Sería la escala en la que vivimos a diario. Para los Estados del centro será un ámbito urbano, mientras que en la semiperiferia y la periferia será un ámbito rural.
Este modelo no propone tres sistemas separados, sino un único sistema (Capitalismo) que se manifiesta en tres escalas.


Debemos tener  en cuenta los componentes del Sistema-Mundo a la hora de analizar este. Existe un componente económico que es el capitalismo, basado en relaciones de explotación de los propietarios de los medios de producción sobre los trabajadores, produciéndose una división del trabajo a nivel sistémico.
Otro componente es el componente social. Este componente podemos desglosarlo en clases sociales por un lado, que definen sus relaciones en función de los medios de producción, existiendo por tanto trabajadores y propietarios, mientras que por el otro encontramos los grupos de status, compuesto por otras características que permite configurar fracturas sociales en torno a distintos elementos como pueden ser la cultura, la lengua, la religión, el género,…
El último componente es el político. Los procesos económicos no pueden darse sin procesos políticos. Las relaciones en el Sistema-Mundo se basan en la competitividad y la desigualdad intentando cada actor maximizar su poder respecto a los otros. Un pilar fundamental de este componente será la violencia ejercida a través de las fuerzas militares en las distintas guerras, que según explica Dunn, poseen tres características  fundamentales:
-          Las guerras entre Estados centrales ocurren cuando uno de estos busca ganar influencia sobre el sistema internacional.
-          Las guerras son utilizadas para aumentar su movilidad en el sistema-mundo y mejorar su status.
-          Las guerras son utilizadas para reestructurar las relaciones de poder entre los Estados centrales y periféricos.
Así la periferia se encuentra forzada a participar en la economía-mundo en términos favorables al capitalismo, siendo dominados por la economía, fuerza militar y la fuerza de los gobiernos de los Estados centrales.
Los Estados, como he señalado, juegan un papel fundamental como actores del Sistema-Mundo. Arrighi definirá estos como contenedores de poder. Un término que utiliza para poder diferenciar las distintas características de los Estados y la evolución de estos en el tiempo. Siendo por tanto los Estados la expresión política del proceso de acumulación, pero en vez de acumular capital, se acumula poder.

Si observamos la historia, podemos comprobar que en su transcurso siempre ha existido un actor internacional que ha sobresalido sobre el resto, un Estado que poseía la hegemonía en el Sistema-Mundo. Wallerstein comenta que esta hegemonía es el resultado de un proceso cíclico de las potencias que componen del centro.
Esta hegemonía se basa en que las empresas de un Estado poseen una ventaja simultánea en relación a las de otro Estado en tres sectores distintos, agro-industrial, comercial y financiero. Sin embargo la hegemonía de un Estado no se da permanentemente, sino que varía. Según Wallerstein esta variación ha ocurrido tres veces en toda la historia, señalando a Holanda en el siglo XVI como potencia hegemónica, en el XVIII a Inglaterra y en el XX a Estados Unidos. Todos ellos han poseído analogías entre sí. Estas coincidencias son:
-          Ambas han poseído una ventaja simultánea con respecto al resto de Estados.
-          Al ser los actores más eficientes en los tres sectores antes nombrados, promueven el liberalismo como modelo económico, que acarrea una apertura de fronteras por parte del resto de actores para que sus productos, más competitivos, posean una mayor expansión y obtengan más beneficio sus empresas.
-          Ambas son vencedoras de guerras mundiales (en las que participan los principales actores del Sistema-Mundo y que producen una importante destrucción material y social). Estas guerras son utilizadas como acto político para dirimir los enfrentamientos entre candidatos a esa hegemonía.
-          Estos actores son potencias militares con un gran ejército terrestre y marítimo.    
-          Toda potencia hegemónica se ha unido o asociado con la inmediatamente anterior.

Por tanto, con estas características, podemos decir que las hegemonías son cíclicas, entrando en crisis periódicamente, siendo por tanto las crisis un hecho consustancial al Sistema-Mundo capitalista. Estas, abrirán la posibilidad de nuevas configuraciones sistémicas.

domingo, 10 de abril de 2011

Teoría política: El Estado, el poder y la sociedad civil.


Actualmente casi toda la superficie terrestre, a excepción de la Antártida, se encuentra sometida o regulada bajo una forma de organización política moderna, que surgirá en el siglo XVI y que recibirá el nombre de Estado. El proceso histórico, así como las causas por las que surgieron son estudiadas frecuentemente tanto por historiadores, sociólogos y teóricos políticos entre otros.

El Estado parece causar una fascinación especial al ser visto como un ente político-organizativo que sobrevive en el tiempo, adaptándose a nuevas situaciones, así como parece ser la forma de organización socio-política más estable y eficaz, ya que el número de Estados que han ido contabilizándose desde su aparición, ha crecido progresivamente sin reducirse en ningún momento. Sobre todo tras los procesos de descolonización producidos en el siglo XX.

Sin embargo, el Estado es una realidad organizativa altamente compleja donde se cruzan multitud de elementos que hacen que esta estructura estatal se mantenga y que la sociedad que regula posea un determinado orden, no quedando muchas veces claro, cuáles son estos elementos. Soberanía, poder, gobernabilidad, legitimidad, sociedad civil, nación, administración pública, etc. son términos que frecuentemente aparecen ligados al concepto de Estado y que configuran aspectos organizativos y relacionales del Estado con otros sujetos (físicos o jurídicos), haciendo al Estado quizá uno de los sujetos claves para entender la política tanto a nivel interno como internacional.

El surgimiento del Estado y su relación con el poder.
La teoría política nos dice que todo Estado debe poseer unos componentes esenciales para su existencia, siendo estos soberanía, población y territorio. Charles Tilly definirá los Estados como “organizaciones de poder coercitivo, que son diferentes a los grupos de familia o parentesco y que en ciertas ocasiones ejercen una clara prioridad sobre cualquier otra organización dentro de un territorio de dimensiones considerables”[1]. Según este mismo autor, la mayoría de los Estados que han surgido a lo largo de la historia se pueden considerar como Estados no nacionales ya que la mayoría han sido o ciudades-Estado o Imperios y solo ha sido en los últimos siglos, cuando los Estado-nación han sido la verdadera referencia socio-política que configure la realidad nacional e internacional. 

Un Estado se consolida siempre y cuando exista una estabilidad política y un equilibrio social que permita que se desarrollen las instituciones que conecten a los ciudadanos con el poder, siendo necesario para la aparición de un Estado-nación, como argumenta T. Parsons[2], que existan además un sistema de valores compartidos por la mayor parte de sus miembros, ya que crean una cohesión social, así como una identificación que constituyen las bases para la creación de un consenso social, que permita el desarrollo de una convivencia relativamente pacífica. A este sistema de valores que permita una cohesión podemos añadir el elemento identitario que caracterizará a muchas naciones, unas que poseen Estado propio y otras que lo reclaman o que viven integradas en otros Estados plurinacionales. Este sentimiento de pertenencia puede venir unido a otros factores como pueda ser una cultura propia, una lengua o una raza. Estos valores serán interiorizados y adquiridos por los individuos a través del proceso denominado socialización política, sobre todo en la edad infantil, así como en diversas instituciones sociales como la familia, la escuela, grupos sociales o medios de comunicación, pudiendo por tanto, surgir una identidad que reclame un Estado-nación.

Tilly en su definición ya nos indica uno de los factores que quizá haya sido decisivo en la aparición del Estado, el poder y más concretamente en su variable coercitiva. El poder ha sido definido por Robert Dahl como un fenómeno cuantitativo que capacita, así como influye en el comportamiento de los demás. Mientras que Foucault daría una definición más directa diciendo que “el poder es esencialmente lo que reprime”[3]. Por lo tanto, utilizando estas dos definiciones queda claro que el poder va a ejercer un determinado efecto sobre el comportamiento de los individuos y que principalmente, será coercitivo.
Toda sociedad posee una distribución del poder que hará a esta característica y siendo acorde a unos criterios socialmente aceptados que doten de poder a los individuos. Un ejemplo claro es como en muchas sociedades, el sexo es determinante para la provisión de poder a parte de los miembros de esa sociedad, así como la edad, ya que ser mujer o menor de edad significa no poseer los requisitos sociales establecidos para ser proveído de este en determinadas sociedades. Así las sociedades se configurarán en función de las relaciones de poder establecidas en un momento determinado, siendo los dirigentes de estas aquellos que más poder acumulen, siendo por tanto un elemento cuantitativo que puede transferirse o alienarse, total o parcialmente y que todo individuo puede detentar y que cede para contribuir a la constitución de un poder político, apareciendo así la soberanía.

Esta acumulación de poder podría haberse dado a través de diferentes formas, quedando configurado en una determinada persona o figura mediante diversos mecanismos como la legitimidad, ya fuese esta tradicional, carismática o racional-legal, además de una última que en nuestros días cobra cada vez mayor fuerza, la eficacia.
Este elemento cuantitativo del poder puede relacionarse con otro elemento que tiene una importancia vital, la economía o el capital. En el proceso histórico de la construcción del Estado, aquellos que han detentado los principales medios de coerción, siendo este generalmente los ejércitos o fuerzas armadas, han precisado de bienes para mantener esta posición ventajosa con respecto a otros individuos que también buscasen detentar ese poder (otros nobles, reinos, etc.) Por ello era necesario crear estructuras organizativas centralizadas, creando unas relaciones económicas y organizativas para extraer recursos, que permitiesen el mantenimiento de esta fuerza coercitiva dando lugar a una estructura socio-política compleja, que buscaba de algún modo ser legítima para detentar ese poder y obtener la obediencia de otros individuos sobre un territorio determinado. Aparece así el derecho, un pensamiento jurídico que trata de reglar las relaciones de poder intrínsecas en la sociedad y que reprime o coarta a los individuos de llevar acciones contra ese poder que lo origina, pertrechándose este de una herramienta que junto con los terratenientes y fuerzas armadas, aseguraría una obediencia coercitiva y coactiva.
Así capital y poder definen la explotación y la coerción como dominio, cristalizando en aristocracias que suministrarían sus principales soberanos a Europa[4].

La sociedad civil, impulsora del Estado.
El Estado surgiría como un proceso de la concentración de poder y capital en unas pocas manos, siendo generalmente estas la monarquía, que tendría su máximo exponente en las monarquías absolutistas de Europa Occidental (legitimidad tradicional), y con la aparición del capitalismo en el siglo XIV, la clase burguesa, que evolucionará paulatinamente de artesanos y prestamistas a propietarios de medios de producción fabriles ya en el siglo XIX.

El poder es un elemento cuantitativo que no permanece estático, que configura relaciones sociales y que continuamente funciona a través de una red reticular, trasvasándose de unos individuos e instituciones a otras[5]. Este precisaría de una base ideológica que lo sustentase siendo difundida a través de diferentes medios como pudiese ser la religión (monarquías absolutas) o la educación. Este último factor, unido al poder económico de clase (en relación a la clase burguesa), serían los factores determinantes que producirían el trasvase de poder desde la monarquía a la ciudadanía. 

Con la concentración progresiva de poder en la clase burguesa, sobre todo fundamentado en factores económicos, se va produciendo una aparición paulatina de la demanda de centros de ocio y cultura similares a los que disfrutaban la aristocracia, como óperas, teatros, literatura, etc., que servirán como espacios públicos donde la socialización política y la creación de una cultura política se produzca cada vez a mayor ritmo. La clase burguesa constituye un sujeto privado pero que comenzará a disponer de capacidad para configurar la esfera pública que surge con la creación del Estado, a través de su acceso al poder político y de toma de decisiones, claramente ligado a su poder económico. A su vez, la alfabetización irá recalando entre los trabajadores  que tendrán sus propios medios de socialización política, siendo principalmente la familia, la Iglesia y las tabernas[6]. Es en este punto, donde la alfabetización y las nuevas corrientes políticas poseen una difusión relativamente amplia, cuando la sociedad civil pretenderá una mejora de sus condiciones, estando generalmente organizada y seccionada en intereses ideológicos o económicos.  Esta sociedad civil se caracterizará por ser asociaciones humanas con una organización más o menos establecida, que crea una red de relaciones para la defensa de ideologías o determinados objetivos.

La sociedad civil se organizaría primeramente en organizaciones con una fuerte tendencia centralista, identificándose generalmente con una clase social, con unos objetivos básicamente económicos o de mejoras laborales, siendo los menos los políticos, para posteriormente evolucionar en las sociedades modernas hasta movimientos que se interesan más por aspectos culturales, identitarios o derechos civiles, donde la identificación con una clase social irá desapareciendo según aumente el Estado de Bienestar, con una organización más descentralizada.

La acción organizada de la sociedad civil sería una válvula de escape del conflicto inherente a la sociedad y que propone modificaciones en las relaciones de poder a través de un amplio abanico de acciones, que pueden ir desde acciones pacíficas y convencionales como son manifestaciones o huelgas (primeramente reprimidas y no toleradas para ser aceptadas con el paso del tiempo) hasta acciones transgresoras o violentas que hayan desencadenado verdaderos conflictos armados en el seno de la sociedad. 

Esta sociedad civil, sobre todo en los Estados más avanzados, conseguiría que se produjese una redistribución del poder político, aunque no tanto económico, que seguiría siendo uno de los principales creadores de desigualdad en el seno de la sociedad. Así paulatinamente la sociedad civil iría accediendo a determinados derechos, que supondrían el acceso al poder político o a su reparto de la mayoría de la población del Estado, sobre todo ya en el siglo XX. Esto supondría una modificación de la legitimidad del poder, pasando de ser un poder de cuadros, a un poder que reside en la mayoría de la población y que lo cede en aras de una organización que permita el desarrollo de una vida relativamente estable.

Max Weber definiría el Estado como una organización cuyo éxito radica en la pretensión y posesión del monopolio de la violencia física legítima, estando esta violencia claramente relacionada con el poder coercitivo del Estado. Jugando este un importante papel en la repercusión que las demandas sociales pueden tener en el sistema político, ya que mediante la coacción o represión se pueden limitar y contener las demandas, evitando así que las relaciones de poder varíen, siendo un elemento esencial para ello las fuerzas armadas y la policía. Por lo tanto la coacción no solo sirve para mantener una cierta estabilidad que permita el ejercicio del poder, sino que puede impedir que ese poder se trasvase a otros individuos o colectivos, aunque no siempre se consiga. El Estado por tanto, no es como el resto de asociaciones humanas, ya que por un lado brinda un marco de actuación a la sociedad civil para que exprese sus demandas, en mayor o menor medida dependiendo de la represión que se utilice para contener estas, y por otro lado acoge a esa sociedad civil[7]. Fija por tanto las condiciones y las reglas básicas del juego político y de toda actividad humana, ya sea asociacional, expresiva o intelectual, pudiendo obligar a los miembros que lo componen a llevar a cabo determinados comportamientos, siendo estos destinados en beneficio del bien común o del interés estatal.

La sociedad civil a través de su organización en partidos políticos o diferentes movimientos sociales ha constituido uno de los principales motores de la actividad política, modificación de la concentración del poder político y económico, así como la evolución de los derechos civiles, políticos y sociales dando lugar a sociedades en los que el Estado es una herramienta de organización socio-política con una esfera pública que disfrutan o utilizan muchos de los ciudadanos que lo componen, pero que todavía posee reductos y concentraciones de poder que impiden que la soberanía y el control de esta maquinaria sea efectivo por parte de las personas que lo componen.

El Estado hoy.
Tilly señala[8] que se han impuesto dos importantes corrientes en la dinámica estatal: una que pretende la creación de Estados-nación para poblaciones diferenciadas cultural, lingüística o étnicamente; y por otro lado, la aparición de rivales del Estado como “contenedores de poder” y modificadores del concepto de soberanía como pueden ser Organizaciones Internacionales de diversos tipos (Organización de Naciones Unidas (ONU), Organización Tratado Atlántico Norte (OTAN)) , un nuevo género desconocido hasta mediados del siglo XX, como las organizaciones supranacionales, siendo la Unión Europea su máximo exponente u Organizaciones Transnacionales basadas en el capital, como las Empresas Multinacionales.

Estas corrientes son mutuamente excluyentes en una realidad donde las identidades poseen cada vez unas fronteras cada día más distorsionadas, pero que por ello refuerzan los procesos nacionalistas como defensores de unas características identitarias propias y tradicionales, así como reconfiguradores de la concentración de poder que posee el Estado, ya que algunas de ellas pueden sustraer parte de ese poder que había guardado celosamente durante varios siglos cediendo soberanía o sometiéndose a estas organizaciones internacionales o supranacionales, mientras que otro tipo, las organizaciones transnacionales en su vertiente económica, pueden disputar muchas veces el papel de principal contenedor de poder al Estado, debido a la importancia que la economía y el capital juegan actualmente en la política.

El Estado ha sido un elemento de estudio que ha picado la curiosidad de multitud de estudiosos desde su configuración. Sus transformaciones y adaptaciones han sido diversas y muchas veces inesperadas, sin embargo con la globalización, puede que estemos entrando en una época donde el Estado-nación tal y como lo conocíamos pase a ser un Estado-postnacional, que no posea la capacidad soberana en su totalidad.
El Estado sigue su evolución y no sabemos a ciencia cierta hacia dónde va, pero una cosa es clara, seguirá siendo objeto de estudio durante muchos años más.


[1] Tilly, Ch. “Coerción, Capital y los Estados europeos (990-1990)”. Alianza Editorial. Madrid. 1992.
[2] Benedicto, J y Morán, M. L.; “Sociedad y Política. Temas de sociología política”. Alianza. Madrid. 2004
[3] Foucault, M. “Microfísica del poder”. Ediciones La Piqueta
[4] Tilly, Ch. “Coerción, Capital y los Estados europeos (990-1990)”. Alianza Editorial. Madrid. 1992.
[5] Foucault, M. “Microfísica del poder”. Ediciones La Piqueta
[6] Habermas, J. “Historia y crítica de la opinión pública” Barcelona, 1994.
[7] Walzer, M. “Democracia y sociedad civil. La idea de sociedad civil. Una vía de reconstrucción social”. Dissent. 1991.
[8] Tilly, Ch. “Coerción, Capital y los Estados europeos (990-1990)”. Alianza Editorial. Madrid. 1992.

sábado, 9 de abril de 2011

Teoría política.

A partir de hoy comenzaré a postear una serie de ensayos basados en diversos temas específicos de teoría política trayendo a colación y relacionando conceptos que son básicos a la hora de analiazar las relaciones de poder que se dan en los procesos políticos. Espero que sirvan para cuestionaros los cimientos de vuestro conocimiento sobre la política y que aporten una nueva perspectiva a vuestra forma de entender la política.

lunes, 4 de abril de 2011

La guerra sucesoria

Este fin de semana ha venido cargadito de noticias.
La primera y quizá la más importante es la decisión de Zapatero de no volver a presentarse como candidato a las Elecciones Generales de 2012.



Botín había pedido que el tema de la sucesión quedase aparcado por el bien de la economía hasta después de las Elecciones Municipales y Autonómicas del 22 de Mayo, quizá intentando que si Zapatero siguiese durante estas como posible candidato para 2012 las elecciones de Mayo se convirtieran en la antesala de las Elecciones Generales del año que viene. ¿Una treta de los amigos del Partido Popular? Quizá... Sin embargo Zapatero por ese lado ha permitido respirar a muchos de los candidatos del Partido Socialista para estas elecciones, ya que al no estar ligada su candidatura a una posible candidatura de Zapatero, la probabilidad de que el voto de castigo posea un protagonismo importante, ha disminuido considerablemente, aunque todavía habrá ciudadanos que voten en clave nacional en los próximos comicios.
Otro factor que quizá no hemos tenido en cuenta y que puede haberlo hecho Zapatero es que, sabiendo que en el momento en que él dijese que no sería el candidato a las próximas generales, la guerra de posibles sucesores comenzase a minar la moral interna del partido y fuese esto lo que realmente les hiciese perder las elecciones, pues todos sabemos que muerto el rey, todos los aspirantes son príncipe heredero. Sin embargo quizá al haberlo pospuesto hasta la precampaña electoral hace que la mitad del trabajo de esta se haya planificado ya y estas disputas (que las habrá, aunque seguramente no nos enteremos de la mayoría) minen la imagen y la moral del PSOE, bastante tocada ya por los resultados de las encuestas de los últimos meses.



Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba se postulan a priori como los espadones a suceder a Zapatero.
Desde mi punto de vista, Rubalcaba representa el futuro del PSOE a corto plazo, mientras que a medio y largo plazo, Chacón u otros miembros del Partido Socialista pueden jugar un importante papel en la carrera hacia la Secretaría General del PSOE.

Rubalcaba está sustancialmente valorado por el electorado socialista, siendo el miembro del PSOE mejor valorado según las encuestas, lo que haría que la casi segura derrota electoral de los socialistas en Marzo del 2012 sea menos abultada (es posible que recorten bastante distancia de aquí a Marzo si consiguen jugar bien sus bazas y no les salpica en demasía los casos de corrupción de Andalucía y otros tipo Faisán) ya que el candidato que tienen enfrente ha perdido ya dos citas electorales y posee una valoración por parte del electorado similar a la del Presidente del Gobierno, cuya credibilidad es nula. Sin embargo Rubalcaba ya ha expresado su intención de dejar la política y su salida de esta tras los resultados electorales del año que viene es más que segura, posiblemente tras la celebración de las primarias en el PSOE que den una nueva estructura ejecutiva.



Por otro lado Carme Chacón es la mejor situada para suceder a Zapatero y a su guardia, ya que no parece que tenga intenciones de volver al PSC y el resto de candidatos quizá se encuentren demasiado cómodos, o al menos no lo suficientemente motivados para dejar sus feudos, como pueden ser José María Barreda de Castilla la Mancha o Guillermo Fernández Vara en Extremadura. Quizá la otra punta de lanza que puede dar la sorpresa sea Tomás Gómez, depende de los resultados de Mayo y de su compromiso con los madrileños que le hayan votado. Si los resultados no fuesen tan buenos como los esperados puede que el asalto a la Secretaría General del PSOE pueda ser un premio de consolación bastante atractivo. Patxi López desde mi punto de vista está demasiado al Partido Socialista Vasco y en mitad de un proyecto casi histórico, como para dejar pasar la oportunidad del fin de ETA bajo su mandato.



Otros interrogantes que pueden barajarse en la sucesión al trono sería una nueva intentona por parte de José Bono, sin embargo no creo que tras la derrota de hace ocho años y su puesto durante estos últimos cuatro como Presidente del Congreso de los Diputados, le hayan hecho replantearse una nueva estrategia. Así también José Blanco ( por él seguramente sería candidato en las primarias), no creo que cuente con los suficientes apoyos dentro de las filas del PSOE como para llegar a plantearse seriamente esta posibilidad.

La sucesión de Zapatero quizá traiga una serie con episodios tan emocionantes como Prison Break, Heroes o Hijos de la Anarquía, pero una cosa es clara, José Luis Rodríguez Zapatero seguirá hasta Marzo (por mucho que le pidan elecciones anticipadas, estando en su pleno derecho, aunque lo compartamos o no) y que el problema del desempleo en España comenzará a solucionarse en la próxima legislatura, que durante esta, parece que no va a tener solución para desgracia de muchísimos ciudadanos.