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viernes, 4 de febrero de 2011

Los Movimientos Sociales: De la teoría a la práctica.

Los Movimientos Sociales (a partir de ahora MMSS) siempre han sido un motor de cambio de la sociedad. Desde las revueltas campesinas de los siglos XVII y XVIII, los movimientos obreros que terminarían cristalizando en sindicatos y partidos de masas durante el siglo XIX, los movimientos por la lucha de los derechos civiles en Estados Unidos, contra la guerra de Vietnam, Mayo del 68, el feminismo, el ecologismo, así como los MMSS que se darían en Europa del Este a partir de la década de los 70, darían como resultado una reconfiguración de la realidad político-social y cultural que en muchos casos ha perdurado hasta nuestros días.

Las teorías sobre el origen de los MMSS son diversas, existiendo algunas, como la “teoría de explicación tradicional”  que dice que para que los MMSS se originen, es necesario un componente estructural (sistema político o económico, malas cosechas,…) que cree un determinado nivel de disidencia contra el sistema establecido, un componente coyuntural (crisis económica, desestabilización social, entrada en un conflicto,…) que produzca que la tensión dentro de ese sistema vaya a aumentar, así como un detonante (una acción puntual), que vaya a dar rienda suelta a todo el movimiento contrario al sistema establecido.
Sin embargo esta teoría por sí sola, no consigue explicar el surgimiento de los MMSS. Existe otra teoría, de la que autores como Zald y McCarthy, la “teoría de movilización de recursos” que dice que será necesario que exista una organización, con una mínima estructura formal, así como con un sistema de redes de comunicación, que permita establecer una disidencia permanente en el tiempo, aunque pueda tener una visibilidad latente. Finalmente la teoría que completaría el puzle del origen de los MMSS sería la enunciada por Charles Tilly, la “teoría del coste de oportunidades políticas”. Esta teoría se basaría en cuatro principios básicos, que unidos a las teorías anteriores, determinarían la aparición y capacidad de éxito de los MMSS. Estos factores serían el grado de apertura del sistema político, el grado de estabilidad de las élites y su cohesión, el apoyo que estas élites darían a los MMSS disidentes, así como la capacidad del sistema para reprimir los MMSS disidentes.

Del campo teórico pasemos al campo práctico.
En muchos de los Estados del Magreb que están en el punto de mira de los medios de comunicación existe un componente estructural que ha supuesto un descontento de un sector sino al menos mayoritario, si importante dentro de la población. Generalmente este ha sido el régimen semi-dictatorial, cuando autoritario, de diversos personajes. Véase Ben Alí o Hosni Mubarak. Sin embargo este componente estructural puede existir en otros Estados del entorno pero que por otras características no tenga una eclosión revolucionaria, o al menos de momento no la haya tenido, como pueda ser Argelia, Libia y Marruecos. Donde sus sistemas políticos “democráticos” dejarían bastante que desear a cualquier Rousseau, Locke o Montesquieu.

En estos Estados se ha dado un componente coyuntural. Este componente ha afectado casi a la totalidad, por no decir a todos los Estados de la economía-mundo: el capitalismo. La crisis económica no solo ha supuesto una crisis social en los Estados más desarrollados, donde las consecuencias se han visto amortiguadas por el desarrollo (mayor en unos que en otros Estados) del Estado del Bienestar. Así mientras en los Estados de Europa poseían subsidios de desempleo, asistencia sanitaria y otras prestaciones sociales, sufriendo en los peores de los casos como en España, los mayores recortes de derechos de la historia (retraso de la edad de jubilación, disminución de los salarios, aumento de las cargas impositivas,…) de estos Estados. Mientras tanto, aquellos Estados que no poseían ese colchón que amortiguase el golpe de la crisis, las consecuencias han recaído directamente sobre una población que ya estaba en unas condiciones manifiestamente mejorables.  Países cuya economía depende de la exportación industrial así como del turismo, dos vertientes fuertemente afectadas por la crisis económica financiera mundial, hizo que la pobreza y el malestar social se extendiese geográfica y socialmente por el territorio.



Es en esta situación, cuando aparece el detonante. La inmolación de Mohammed Bouazizi en Diciembre, motivada por las necesidades económicas que padecía y la represión política que sufrió a manos de las autoridades locales, supondría su fallecimiento el 4 de Enero de este año. Día en que la “tensión latente” en Túnez comenzaría a desatar unos ciclos de protesta que se retroalimentarían hasta suponer las mayores protestas sociales y acciones colectivas vistas hasta nuestros días en la zona del Magreb. No quedándose únicamente focalizadas en Túnez y Egipto, aunque de momento me centraré en estos.
Las acciones colectivas se irían sucediendo primeramente en Túnez, donde la represión los primeros días sería importante, pero que con el paso de las manifestaciones perdería fuerza. Esto haría que mucha más gente se lanzase a las calles manifestándose contra el régimen que desde 1987 estaba instaurado en el país. Es aquí cuando las teorías de McCarthy y Tilly entran en acción. Se produce un punto de inflexión en el proceso revolucionario ya que las organizaciones opositoras al régimen de Ben Alí y que contaban con una cierta organización, ya que habían sobrevivido en la clandestinidad, intenta capitalizar estas revueltas. Esto unido a que parte de las élites político-económicas de este país, así como el ejército (principal elemento de violencia coactiva del Estado), se ponen del lado de los manifestantes, hacen que la cohesión del sistema político de Ben Alí se resquebrajase desde sus cimientos. Teniendo este que huir del país y refugiarse en Arabia Saudí, siendo perseguido hasta por las instituciones judiciales de su propio régimen.
Este punto de inflexión es el que va a diferenciar de manera sustancial el proceso egipcio del tunecino.

En Egipto aunque hayan existido un componente estructural, coyuntural y un detonante (siendo este tanto las inmolaciones de egipcios como la revuelta tunecina), el proceso parece poseer unas características totalmente diferentes a la de su vecino.
Si bien el proceso revolucionario en Túnez se ha producido en apenas 10 días, el ciclo de protestas egipcio dura ya más de quince días, desde que el 17 de Enero se inmolase uno de los primeros ciudadanos frente al parlamento egipcio.



El proceso en la tierra de los faraones posee un desarrollo distinto ya que la cohesión de las élites no se ha producido a tan gran escala como en Túnez. Mubarak ha sabido jugar mejor las cartas de la represión policial (ya que el ejército seguidamente tendría un carácter más disuasorio ya que terminaría siendo parte del decorado de las calles), la sustitución del anterior gobierno, así como la represión a los medios de comunicación tanto tradicionales como digitales (ya existen periodistas muertos y desaparecidos además de agredidos) impidiendo la difusión de las manifestaciones y que esto pueda suponer una mayor retroalimentación de los ciclos de protesta.
La cohesión de la mayor parte de la clase política que se encuentra en el poder, una mayor capacidad de represión, así como una clara falta de liderazgo que capitalizara las protestas ciudadanas (se vislumbra que los Hermanos Musulmanes o líderes como Al Baradei puedan capitalizarla, pero con escaso éxito hasta el momento) han hecho que este conflicto, se dilate alcanzando unas proporciones históricas en la larga vida de Egipto. La aparición de contra-movimientos que puedan dilatar aún más el proceso, al dar esperanzas a las estructuras políticas de todavía que posee apoyo popular, puede hacer que la solución por mucho que parezca cercana, tarde en llegar más de lo deseado.

Ni las presiones internacionales están surgiendo el efecto esperado. Mubarak resiste. Egipto a estas horas se encuentra más cerca de una conflagración civil que de la estabilidad si Hosni Mubarak no abandona pronto la presidencia. El tiempo juega en su favor, ya que según avancen las horas, las probabilidades de que salte otro detonante que encienda una mecha aún mayor y más peligrosa, crecen exponencialmente. Sería en ese momento cuando la actitud del ejército y su apoyo a uno o a otro sector, podría desequilibrar la balanza dando lugar a varios escenarios posibles:
-          Que el ejército prefiriese restablecer el orden con Mubarak al frente del Estado, lo que podría desencadenar una involución a formas de gobierno, todavía más autoritarias y represivas, así como a un posible conflicto civil.
-          Que este apoyase a los líderes disidentes, suponiendo la deposición de Hosni Mubarak aut ense y un proceso de transición política menos conflictivo, quizá a través de un gobierno de coalición entre los Hermanos Musulmanes y liberales. Aunque no tendría por qué ser pacífico.
-          Que el ejército tome el mando del país y se instaure un gobierno militar de transición. Quizá esto poco probable dadas las posiciones que hasta entonces ha tomado este, pero no por eso descartable.


Quizá las revueltas que están surgiendo en países históricamente considerados como musulmanes, aunque con una fuerte tendencia de los Estados Occidentales, abra la puerta a una nueva etapa en las relaciones internacionales. Una etapa que en función de quién tome el poder tras estas puede conducir a una desestabilización geopolítica de la zona mediterránea o puede que los sistemas democráticos de masas que han triunfado en Occidente pero que parecen chocar con la cultura musulmana mute y se adapte a estos nuevos Estados, abriendo la puerta a una mayor democratización y acercamiento de los Estados predominantemente musulmanes a los Estados Occidentales.





Se está abriendo una puerta hacia un horizonte, que todavía nadie consigue visualizar con claridad por los destellos del sol en la lejanía…

Fotos: AP, AFP y GETTY

martes, 14 de septiembre de 2010

Libertad…. ¿Hasta dónde?

El Senado francés ha aprobado hoy una nueva ley que va dirigida a la prohibición del hiyab y el burqa, prendas de vestir que utilizan comúnmente muchas mujeres en la cultura musulmana, sobre todo en los países del Asia central, como puedan ser Afganistán, Irán, Pakistán, etc.
El debate sobre si la prohibición era legítima al defender los derechos de las mujeres, si estaba de más por considerarse una intromisión en la vida personal de las musulmanas que lo utilizan o de si viola la igualdad formal entre los hombres y las mujeres, ha sido acalorado durante varios meses en la sociedad francesa. Una sociedad que posee una amplia población inmigrante de países originarios con tradición musulmana como puedan ser los países africanos con costa en el Mar Mediterráneo, una de las zonas donde el niqab es utilizado, no tanto así el burqa.

Que el Proyecto de Ley presentado que ha fructificado en el Senado francés, ha sido casi apoyado de manera unánime por los senadores, 246 a favor y 1 en contra, sin embargo en la sociedad francesa, esa apabullante mayoría no se ha reflejado ni por asomo.
¿Qué sucede en Francia para que la sociedad esté tan dividida en una cuestión en la que sus políticos se encuentran tan de acuerdo? ¿Puede que porque vaya en contra de uno de sus lemas favoritos: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”?

Seguramente si sabemos algo más de la tradición musulmana podamos analizar mejor el problema.



El velo, ya sea en sus múltiples variantes, siempre ha sido una seña identitaria de la cultura musulmana, incluso diferenciándose las propias ramas del islam dentro del mismo país por la utilización de uno u otro tipo. Por ser precisamente un símbolo tradicional, identitario y también religioso, esta cuestión se hace mucho más difícil.
Nada ilustra mejor la interacción entre la prescripción coránica y la práctica consuetudinaria que la evolución del velo (hiyab, burqa, niqab, chador…) y la reclusión de las mujeres en los primeros tiempos del islam. Ambas son costumbres asimiladas de las sociedades persa y bizantina y consideradas expresiones adecuadas a las normas y valores coránicos, incluso adaptaciones de estos pueden verse en diversos trajes tradicionales de la península fruto de la interacción con el Islam andalusí.


El Corán no estipula el velo o la reclusión. Al contrario, tiende a subrayar la participación y la responsabilidad religiosa tanto de hombres como mujeres. Sin embargo, el Corán dice que las esposas del Profeta debían hablar a los hombres desde detrás de un tabique y aconseja a las mujeres vestir con modestia;

“Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad, y no muestren sus atractivos sino lo que de ellos sea aparente; así pues, que se cubran el escote con el velo y que muestren su belleza solo a sus maridos, sus padres.”
   
La interpretación de al-Baydawi, un musulmán persa del siglo XIII y uno de los expertos coránicos más renombrados, que escribió:

“De hecho, todo el cuerpo se debe considerar pudendo y ninguna parte del mismo puede verla legalmente salvo su esposo o un pariente cercano, excepto en caso de necesidad, como cuando se está siguiendo un tratamiento médico o prestando declaración”.

Vemos aquí, como puede ser en el cristianismo, como la interpretación del Corán (o en su defecto de la Biblia) puede dar lugar a perversiones que se prolongan en el tiempo y se asientan como consuetudinarias dentro de la sociedad. ¿No ha sido, y es todavía propio del cristianismo, el que muchas de sus religiosas, incluso sus religiosos, se cubren con amplias vestimentas que tapan todo su cuerpo?.

El velo y la reclusión tenían un propósito original, la protección del honor y la diferenciación de las mujeres. Fueron adoptados por las mujeres urbanas de clase alta que vivían en grandes palacios y cortes, y que disfrutaban de una movilidad considerable. Pero como siempre en la sociedad, las clases más bajas van a la estela de las más pudientes. Por lo que las mujeres de las aldeas y zonas rurales, también adoptarían estos, aunque tardaron más en adoptar estas prácticas, ya que interferían en su capacidad para trabajar en el campo. Con los siglos, cuando la segregación de las mujeres en el hogar se extendió a todos los estratos de la sociedad, tuvo consecuencias imprevistas y nocivas.
Las mujeres más pobres fueron confinadas en pequeñas casas con contactos sociales muy limitados. Fueron apartadas de la vida comunitaria. Al prevalecer las costumbres tribales, tanto la letra como el espíritu de las reformas coránicas se vieron debilitadas y subvertidas por prácticas como el talaq al-bida. Pese a que existen pasajes coránicos que hablan de los derechos de las mujeres y aconsejan que sean tratadas justa y equitativamente, se establecieron regulaciones como la “casa de la obediencia”, que exige que una mujer obtenga permiso de su marido para abandonar la casa. Si no lo hace, el puede pedir a la policía que la haga regresar a la fuerza y confinarla hasta que sea más obediente.

Por tanto si analizamos la cuestión del velo, no es tan sencillo como muchos dicen a prima opinio. No tiene porqué ser una imposición del marido. Es más complejo.
Sobre todo más aún cuando se ha hecho una ley para una minoría encubriendo que está especialmente dirigida a esta, donde ni siquiera aparecen la palabra burqa o niqab,  sino que se limita a exponer que "nadie puede llevar, en un espacio público, una vestimenta destinada a disimular su cara", exponiendo numerosas excepciones tales como desde una mascarilla por razones medicas, a las caretas de soldadura, así como a los occidentalísimos (que también con cierta raíz cristiana) Papá Noel. Una ley que ataca a un colectivo de manera indiscriminada.



Francia ha calculado que de sus 65 millones y medio de habitantes, solo unas 2000 utilizan el burqa o el niqab, calcule el porcentaje de población que utiliza este. Por lo tanto, primeramente, hace plantearnos si el uso de estas prendas es realmente un problema real de los franceses o una cortina de humo para tratar otros problemas que puede tener el Gobierno francés y que disminuye las páginas de opinión e investigación sobre estos. Cada cual que opine.

Es probable que de esas 2000 mujeres que utilizan ambas prendas, muchas lo lleven como símbolo identitario de su cultura, una cultura que han dejado atrás emigrando a otro país. También es cierto que otras muchas pueden llevarlo por obligación marital, no tanto que social, pues en Francia, no así como en sus países de origen, el uso del burqa o el niqab no está extendido. Queda por tanto preguntarnos hasta donde tiene el Estado derecho a legislar, hasta donde este puede inmiscuirse, hasta donde puede llegar en problemas que no se han definido claramente y que difícilmente se hará. Si el Estado a base de coerción puede limitar aún más la libertad del individuo, o si por el contrario la libertad del individuo, aunque en ciertos casos no pueda definirse y se dejen indefensos a los ciudadanos, aunque sean una minoría, a su suerte, prevalece sobre la imposición. Son preguntas de difícil respuesta.



Desde mi punto de vista la imposición de la prohibición de la utilización del burqa o el niqab en todo ámbito, ya sea un edificio público o la propia calle, es una barbaridad mayúscula. Es una ley que no respeta los derechos de expresión de llevar estas prendas porque así lo considera correcto, como tampoco ataja el problema de evitar que lo lleven aquellas personas que se ven forzadas a llevarlo. Que es preciso defender la integridad de la mujer y evitar la coacción del hombre sobre esta, todos estamos de acuerdo, pero cuando se trata de la competencia entre la libertad de expresión de esa persona, y la libertad de expresión que nosotros, con nuestra cultura suponemos que es mejor para ella, existe el conflicto.
Cuantas veces no hemos oído a algún amigo o familiar que haya viajado a países donde la tradición y la cultura musulmana obligan a la mujer a ponerse ya no el burqa o el niqab, sino el  hiyab.

Creo que esta ley no responde verdaderamente al problema en cuestión, sino que es un parche de los conservadores, aunque también votado por parte de la izquierda, a algo que es consustancial a Francia y que con la globalización, como a otros tantos pueblos les sucede, sus señas identitarias pueden verse afectadas por la inmigración y es a la inmigración con una cultura más extremadamente distinta a la francesa a la que atacan… Difícil es la lectura, aunque no sería la primera vez que se busca una cabeza de turco para un problema, o sino, como dijo Eduardo Galeano refiriéndose a la crisis económica y a las medidas que se tomaron para contrarrestarla:  “Ahora va a ser que la culpa de la crisis la tiene Grecia”.

Que cada cual opine. Desde aquí el apoyo a todas aquellas mujeres discriminadas y subyugadas. Sin embargo creo que es a través de la educacion y la pedagogía democrática y social como se deben erradicar las discriminaciones, no a través de la prohibición o por su defecto, la imposición.

                 Liberté, Igualité, Fraternité