miércoles, 2 de febrero de 2011

Porque al final todos somos iguales ante él.


Mubarak posee un elemento a su favor que todavía no han analizado muchos medios de comunicación. Un factor que tanto en la economía, como en la política, por no decir en la vida misma es crucial: el tiempo.
Las protestas de todo Egipto por la dimisión de su Presidente alcanzan ya su décimo día. Y aunque la paralización del país no haya sido masiva esos diez días, sino los últimos cinco, el desabastecimiento, la hambruna, la escasez de dinero, la inflación de los productos de primera necesidad, así como el cese de servicios esenciales puede ser la enfermedad que mate a esta revolución. No sería la primera. Acordémonos de París en el 68.

Mubarak sabe que tiene un aliado más poderoso que aquellos que ya le han dado la espalda en este conflicto, es el tiempo. Un tiempo que pasa, que no cede un segundo; un tiempo que debilita a los manifestantes, les hace estar cansados y hambrientos, en un Egipto cada vez más desabastecido. Un tiempo que cambia completamente el status quo. Un tiempo que no cambia a Mubarak.

2 Responses to “Porque al final todos somos iguales ante él.”

La verdad es que veo muy estancada esta revolución... Quizá sea por estos motivos que sólo existan días de la ira y no cambios efectivos...

alexroa dijo...

Muy buen post, magnífico ejemplo de síntesis (tengo que aprender a hacer eso)

Leave a Reply